La tradición china ha aprendido a conocer, a lo largo de los siglos, las propiedades
sutiles de los alimentos siguiendo las leyes del Yin y del Yang y de los cinco
movimientos (naturaleza, sabor, afinidad de tal alimento con tal órgano, propiedad
secante o humidificante, etc.). A partir de esta rica experiencia, la dietética
china se desarrolló en dos direcciones: una preventiva y otra curativa.
La dietoterapia consiste en una reforma alimentaria precisa (alimentos recomendados, alimentos
desaconsejados, incluso prohibidos, formas de preparación de los alimentos, higiene dietética etc.)
y unas recetas culinarias curativas adaptadas a unos casos precisos.
Las recomendaciones alimentarias con relación a una patología no pueden entenderse
más que en el cuadro de un examen completo del paciente según los parámetros de la
medicina china. Ello nos permitirá determinar cuáles son las alteraciones subyacentes
a la enfermedad y adaptar el tratamiento a fin de corregir los desequilibrios.
La dieta se revela pues como un instrumento precioso si queremos reencontrar la salud.
Es un gran elemento de la terapia china, sobre todo los trastornos crónicos y rebeldes.